SPRAY MORAL: BLEK, ESTENCILISTA, GRAFFITERO

Hoy en día sigue siendo el graffiti el volcán de las miradas racistas, discriminatorias, al igual que los Negros, en este país. Su enunciación plástica como su resultado hermenéutico-ético en la vida urbana de las ciudades como Bogotá, aún sigue siendo mal-educado; al fin y al cabo, esta calificación social no es cultural afortunadamente. La muerte de un Chico graffitero "Becerra" ha puesto en la telas de la moralidad y de nuevo al graffiti en la paleta de colores de la justicia. En el spray moral.

Ahora, hoy, aparece Blek, un graffitero que dice:


¿Cómo fueron tus comienzos?
Estudié Bellas Artes y Arquitectura en París. En el marco de mi graduación, en los años 80, trabajaba con adolescentes en solares abandonados alrededor de espacios llamados "libres". Un día, los niños pintaron un graffiti en nuestra cabaña. Una buena idea. Un verdadero disparador. Con mi amigo Gerard, nos dijimos: "vamos a hacer lo mismo" en las paredes de París... Compramos pintura para carrocería de autos y nos fuimos al barrio 14. Hice una especie de graffiti inspirado en los modelos americanos. No era muy terrible, si no recuerdo mal.



Tu carrera comienza con la llegada de la izquierda francesa al poder…
Sí, pero no puedo decir que me sentí muy apoyado... Yo hice una gira por Francia en una 4L y eso me dio notoriedad en la prensa. Incluso, en 1983, publicaron un artículo en Télérama. Durante los 80 y los 90, el graffiti explotó. Había por todas partes. Una verdadera aplanadora. No quedaba un milímetro de pared libre, había tags por todos lados.

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